El diagnóstico actual es poco alentador. Pero hay conocimiento, tecnologías y ganas de revertir la situación. Así lo expresaron los expertos que participaron del Simposio Fertilidad 2025 que se realizó en Rosario esta semana, organizado por Fertilizar Asociación Civil, que congregó a más de 1.000 asistentes presenciales y más de 1.500 personas vía streaming.
El puntapié lo dio Hernán Sainz Rozas, especialista en fertilidad y manejo del suelo e investigador del Conicet e INTA , sobre cómo se vienen deteriorando los suelos a partir de un dar a conocer los resultados del tercer relevamiento en 13 años para conocer las principales variables del suelo con el gran avance de la agricultura. El trabajo comenzó en 2011 con 570 muestras en la región pampeana sobre suelos con más de 20 años de agricultura, y luego se repitió en 2018 y 2024. Además, en 2023 se realizó un relevamiento en el norte del país.
“El principal resultado es, lamentablemente, el empeoramiento en los niveles de fósforo y boro, pero no tanto del zinc. Y se empiezan a ver niveles preocupantes tanto en calcio como en el magnesio”, sintetizó el experto en una entrevista con Clarín Rural sobre los valores del trabajo realizado el año pasado y presentado en esta nueva edición del Simposio Fertilidad.
En concreto, con respecto a la materia orgánica, la principal variable de la salud del suelo, hubo una reducción importante. En 2011, en la primera medición, hubo caídas en algunas zonas del 40% en relación a suelos pristinos. En 2018 se mantuvo bastante estable y en 2024, salvo el oeste de la región pampeana, en general los contenidos no variaron. “Hay una situación de equilibrio con valores bajo de materia orgánica, por lo que es fundamental aumentar los porcentajes”, remarcó.
Asimismo, en cuanto al PH, se observó un incremento de áreas con valores inferiores a 6,1%, especialmente entre 2011 y 2018, manteniéndose luego estables en esta última medición.
El nivel de fósforo, por su parte, cayó considerablemente en las últimas campañas y en 2024 el panorama en algunas regiones se siguió agravando, como en el este de Entre Ríos y el norte de Buenos Aires, que tenían menos de 10 ppm. En cambio, la zona norte de la región pampeana mejoró en relación a 2018. “Los balances de fósforo siguen siendo negativos”, enfatizó Sainz Rozas.
Y agregó: “El 60% de la superficie cultivada del país están con valores por debajo de 20 ppm, un valor limitante para muchos cultivos”.
En relación al potasio, hay 4,4 millones de hectáreas por debajo de los 400 ppm, y hay casos más graves, principalmente en el norte de Santa Fe y el norte de Entre Ríos.
También se detectó una disminución en los niveles de calcio y magnesio, en algunos casos hasta del 70% respecto a los suelos prístinos. Esta situación se agravó en zonas del oeste bonaerense, sur de Córdoba y noreste de Entre Ríos. En lo que respecta a los micronutrientes, el zinc y el boro son los que aparecen con más limitantes, con 75% de la superficie cultivada por debajo de 1,2 ppm de zinc.
“Hay un problema macro que atenta contra la aplicación de tecnología”, comenzó explicando las razones de este empeoramiento en los indicadores. “También no hemos logrado transferir adecuadamente la importancia de nutrir bien los cultivos. Y entonces, un poco la reflexión es que necesitamos más gente, más agrónomos formados trabajando con los productores”, sostuvo.
En 2023 se extendió el estudio al NOA y NEA, donde también se evidenciaron deficiencias marcadas, especialmente en fósforo, potasio y zinc.
Por su parte, Roberto Rotondaro, presidente de Fertilizar Asociación Civil, habló en primer lugar del mercado de fertilizantes en Argentina. En 2024, el consumo de fertilizantes fue de 5 millones de toneladas: de este total, un tercio se produce en el país y el resto, dos tercios, se importa. Una mirada positiva para el presidente de Fertilizar es que el uso de fertilizantes en Argentina se multiplicó por cinco los últimos 30 años: aumentó de un millón a 5 millones de toneladas. Pero admitió que para lograr achicar las brechas de producción, el consumo debería superar los 10 millones de toneladas.
Según el directivo, la falta de inversión en nutrientes adecuados ha impedido que el país aproveche su potencial productivo, con una estimación alarmante: alrededor de 40 millones de toneladas de granos dejaron de producirse debido a la ineficiencia en la fertilización. Este déficit no solo afecta el rendimiento de los cultivos, sino que también impacta negativamente en la economía de los productores y de la nación en su conjunto, reflejando la urgente necesidad de un enfoque más integral y eficiente en el manejo de los suelos.
Rotondaro apuntó a la falta de diagnóstico del estado de los suelos. “Hoy en Argentina solo se hace análisis de nutriente en 21% de los casos. El muestreo de suelo es clave, es la base del diagnóstico. No podemos hablar de nutrición sin conocer el suelo”, enfatizó. En este orden, destacó el rol del asesor como un “tamizador” de información. “El asesor tiene que filtrar y jerarquizar las tecnologías más relevantes, basándose en diagnóstico y en entender la diversidad del productor argentino, que no es uno solo, son muchos perfiles”, subrayó.
Por otro lado, Rotondaro expuso un dato que llamó la atención. Según los datos que publicó, en base a los trabajos de Fertilizar y la Secretaria de Agricultura, reponer los nutrientes que se extrajeron del suelo para producir los principales 6 cultivos (soja, maíz, trigo, cebada, girasol y sorgo) de los últimos 30 años (1993-2022), equivale a plata de hoy, en unos 30.000 millones de dólares.
En nitrógeno, se aplicó 16,7 millones de toneladas versus los 34 millones de toneladas que se extrajeron. En fósforo, se aplicaron 5 millones de toneladas versus los casi 10 millones de toneladas que se extrajeron del suelo y en calcio, se agregaron 39 mil toneladas contra 23 millones de toneladas que se sacaron.